¿Te has dado cuenta de que a casi todo el mundo le encanta recibir sorpresas? Hablamos de esa sensación de abrir un regalo y encontrarte algo que no esperabas. O, sin ir más lejos, cuando te llega un mensaje que dice “enhorabuena, has ganado un descuento del 10% en tu próxima compra” —aunque ni siquiera sepas qué has hecho para recibir ese premio—. Bien, pues esa sensación de satisfacción que nos hace sentir que el mundo es un lugar maravilloso tiene un nombre: dopamina. Y, como no, en el marketing podemos aprovechar esta función para que los consumidores no puedan resistirse a nuestra marca.

¿Qué es la dopamina?

Pero, ¿y qué es exactamente la dopamina? Te preguntarás. Pues en términos científicos, es un neurotransmisor que tenemos en el cerebro que se asocia con la motivación, el placer y la recompensa. Ahora, en nuestro idioma: es lo que te hace sentir bien cuando consigues algo que querías, cuando disfrutas de una actividad o deporte, o incluso cuando te piropean. Podríamos considerarlo como un “genio” que se encuentra detrás de todas esas pequeñas alegrías que hace que nuestro cerebro se sienta premiado y nos motive a repetir dicha acción.

¿Cómo funciona la dopamina en marketing?

Sabiendo esto, las marcas —que son muy listas y entienden el poder de la dopamina—, han diseñado una estrategia de marketing que combina la psicología del comportamiento con los principios de diseño visual, conocida como Efecto Dopamina

Esta se basa en comprender cómo reacciona el cerebro al interactuar con elementos visuales, sensoriales y textuales, con el principal objetivo de liberar la dopamina de los consumidores cuando estos interactúan con una marca o producto. Es decir, que no solo busca captar la atención, sino también mantenerla, crear conexiones emocionales y, por último, —por si fuera poco— influir en la decisión de compra.

Claves del Efecto Dopamina

Pero, ¿cómo hacer que una marca libere esa dosis de felicidad? Pues a través de estos elementos clave:

  • Usando colores y formas que generen emociones: No solo es importante que el logotipo sea atractivo y cool —que debe serlo, obviamente— sino también que los colores y las formas que se escojan para presentar la marca y productos evoquen emociones positivas. Por ejemplo, los colores cálidos como el rojo o amarillo transmiten pasión y urgencia, mientras que el azul inspira confianza y tranquilidad.
  • Elementos de recompensa y sorpresa: integrar estas sorpresas agradables como descuentos inesperados, interacciones entretenidas, experiencias placenteras… generan una sensación de recompensa que motiva a los clientes a volver a consumir

 

  • Narrativas emocionales: Como comentamos en el blog del storytelling, es muy importante conectar emocionalmente con la audiencia a través de historias o mensajes que reflejen los valores de marca para, así, crear un vínculo fuerte y duradero.
  • Personalización: La clave recae en que el diseño de esta estrategia gire en torno al usuario y ofrecerle experiencias personalizadas e interactivas para cautivarlos en todos los puntos de contacto.

El éxito de la fórmula en la Generación Z

Las características de esta estrategia son especialmente atractivas para la Generación Z, pues al crecer en un entorno digital saturado de estímulos inmediatos, han desarrollado el poder de la supervelocidad para procesar la información muy rápidamente y esperar una recompensa al momento. Cada “like”, comentario, “follow”, compartido, visualización… en las redes sociales significa una pequeña dosis de dopamina para ellos, mientras que los millennials aún siguen intentando descifrar cómo funciona Instagram.

Los Z son adictos a los contenidos dinámicos y breves, como los vídeos de TikTok (cortos, con música pegadiza y swipe infinito), los cuales les mantienen enganchados a la pantalla lanzándoles pequeñas dosis de dopamina para que sigan deslizando. Por otro lado, los millennials —que recordemos que crecieron viendo películas de horas de duración y haciendo maratones de series— no les parecen suficientes 15 segundos de vídeo. Ellos necesitan, por lo menos, un reel de 2 minutos para sentirse bien informados de la historia y mantener la concentración.

Como veis, aunque diferentes entre sí, ambas generaciones caen de la misma manera en el juego de dopamina. Y, aunque parezca que todo son risas y diversión, la búsqueda constante de esta hormona tiene también sus inconvenientes: menor capacidad de atención, ansiedad por obtener recompensas, adicción a los dispositivos, etc.

Un claro ejemplo que aplica para ambas generaciones de usuarios es la famosa tendencia de los “unboxings” que arrasa en las redes sociales. Algo tan sencillo y terapéutico como abrir un paquete, puede transformarse en una experiencia ASMR. Piensa en marcas como Apple, donde cada mínimo detalle, desde el diseño minimalista del packaging, la textura de la caja, hasta el sonido al abrirla, está perfectamente calculado para generar placer. 

Aquí no estás comprando solo un producto, sino una experiencia sensorial que activa las recompensas del cerebro. Y es que el efecto dopamina está también muy presente en el packaging que, utilizando colores, formas y texturas consigue que sintamos ese ansiado efecto ¡WOW! 

En resumen, desde el diseño visual de productos y packagings, hasta los contenidos en las plataformas digitales, están pensados para activar esas pequeñas dosis de felicidad que nos impulsan a volver. Porque, al final, lo que consumimos no es solo un producto o contenido, sino la emoción que nos hace sentir.