Atrás han quedado los tiempos en los que para poder volver a ver un episodio de tu serie favorita tenías que grabarlo en vídeo, y aún más atrás si hablamos de la carta de ajuste o el teletexto -hello boomers!-. Es indudable que, en los últimos años, el consumo de contenidos ha dado un vuelco histórico equiparable a la llegada de la televisión, allá por los sesenta. Ahora bien, ¿os habéis parado a pensar en cómo ha sido este cambio? Y, lo que es más importante, ¿cuáles son las nuevas tendencias de consumo? ¡Vamos a verlo!

Desde 2008, debido al boom de la tecnología móvil y las redes sociales, hemos asistido a un crecimiento constante del consumo de contenidos, el cual ha alcanzado su máximo exponente este último año -que levante la mano quién no se haya ventilado el catálogo de Netflix durante el confinamiento-.

En ese tiempo, nos hemos acostumbrado a tenerlo todo. Y no hablamos únicamente de cantidad, ¡ojo!, sino también de diversidad y de inmediatez. Estas ansias de contenido en masa han puesto en el punto de mira a la industria cinematográfica, exigiéndole un poco más cada día hasta llevarla al límite, del mismo modo que ocurrió hace unos años con la musical.

 

Cantidad, variedad, inmediatez y simultaneidad

A estas alturas estamos todos de acuerdo en que la televisión de toda la vida ha sido completamente desbancada para dar paso a las plataformas de VOD (video on demand o vídeo bajo demanda). Y, lo que es más, al contrario de lo que sucedía con la tele, estas plataformas se disfrutan en distintos dispositivos simultáneamente.

A ninguno de nosotros nos sorprende ya entrar en una casa y encontrar a las personas que la habitan visionando distintos tipos de contenido en sus dispositivos particulares… y a la vez. Televisiones, ordenadores, tablets y móviles están ya al alcance de la mayoría, del mismo modo que sucede con las plataformas VOD.

Esto implica que, si hace 10 años toda la familia se reunía en torno a la televisión a ver el nuevo capítulo de Los Hombres de Paco -que, por cierto, ¿qué os ha parecido el spin off?-, ahora, cada una de esas personas puede decidir si le interesa ver ese mismo capítulo en el momento de su emisión, si lo deja para más tarde y se arriesga a comerse el spoiler o si, directamente, pasa del reencuentro y ve otra cosa por su cuenta.

Así que, en lo que atañe a las empresas, si antes rivalizaban por alcanzar un volumen de ventas mayor que el de su competencia, ahora lo que está en juego es la atención del espectador. Cosa a todas luces nada fácil de conseguir ya que, y hablando ahora de nuestros queridos centennials, la generación que ha crecido en un mundo que avanza a mayor velocidad de la que podemos asumir cuenta con un grado de atención muy limitado y un baremo de satisfacción cada vez más difícil de alcanzar para los generadores de contenido.

La Generación Z y las nuevas formas de consumo

La aclamada Generación Z es ahora el mayor reto para las compañías. Mientras los millennials siguen enganchados a las plataformas de streaming, los verdaderos nativos digitales tienen otras preferencias. Su talón de Aquiles son los contenidos rápidos, efímeros, interactivos y que incorporan significado. Para que un contenido triunfe entre los nacidos después del 2.000, este ha de ser real. Por eso muchos de ellos son también creadores de contenido, porque lo entienden como una manera de expresarse, de conectar y de reivindicar. Son comunicadores natos.

A decir verdad, Los Zeta no destacan únicamente por los tipos de contenidos que consumen, sino también por cómo lo hacen. De hecho, si hablamos de tendencias en las formas de consumo, tenemos que mencionar necesariamente dos:

  • Visionado multipantalla: consumen distintos contenidos al mismo tiempo. Series, vídeos de Tik Tok, reels…
  • Velocidad: ver series a velocidad rápida (velocidad 1,25x, 1,5x o incluso 2x) es una práctica de lo más extendida, aunque las voces de los actores puedan estar cerca de parecerse a las de los Pitufos Makineros. Esto es lo que se lleva.

 

Esto nos lleva a plantearnos: ¿cantidad o calidad? En este punto es por lo menos curioso comentar una anécdota sobre los eternos rivales del contenido, Netflix y Amazon Prime Video. Tras la creciente demanda de los usuarios para que dichas plataformas incorporasen la reproducción a distintas velocidades -algo que hasta entonces solo veíamos en YouTube-, Netflix acató esta petición, mientras que Amazon se decantó por rechazarla. Al fin y al cabo, ¿tendría Titanic el mismo efecto si viéramos al icónico crucero hundirse en cuestión de minutos y los violinistas tocasen a cámara rápida? Probablemente no. Y esto solo nos aclara una cosa: hoy en día el contenido ha de plantearse de forma muy diferente.

En resumen, la realidad es que, como decían nuestras abuelas, las nuevas generaciones vienen pisando fuerte y a los profesionales no nos queda más remedio que seguirles el ritmo. Porque si algo está claro dentro del mundo empresarial es que todo se reduce a una máxima: adaptarse o morir.