Cuando hablamos de construir una marca sólida, no nos referimos solamente diseñar un logo atractivo y elegir un naming original. La creación de una marca se trata más bien de un proceso, de un conjunto de acciones que otorgan a tu empresa una identidad propia, diferenciada y, lo más importante, que le permita ser recordada y posicionada en la mente del consumidor. Porque, seamos sinceros, si tu marca no es memorable, ¿realmente existes?
A continuación, te vamos a presentar los ingredientes de la receta perfecta para crear una estrategia de branding efectiva y tips para saber cuándo renovar tu marca —porque sí, las marcas también envejecen con el tiempo y necesitan un poco de bótox—.
¿Qué es el branding?
Vamos a empezar por la base. El branding es la manera en la que una marca se comunica con el mundo: la personalidad que transmite y cómo conecta emocionalmente con su audiencia a través de la experiencia que ofrece a sus clientes en cada punto de contacto.
Para entendernos, es como si crear un perfil en Tinder de un negocio para dar a conocer su esencia y conseguir muchos “swipes”. Al final, el objetivo principal de esta estrategia recae en despertar sensaciones, generar confianza y crear conexiones en la mente del consumidor para que este perciba los valores de la marca y la elija frente a la competencia. Básicamente, estar en su Top of the Mind (TOM).
Claves para crear la estrategia de branding perfecta
Bien, ahora que ya sabemos lo que es el branding, necesitamos un plan, una receta bien definida. Y ¿cuáles son los ingredientes para cocinar una estrategia de branding exquisita? Aquí os dejamos los pasos esenciales, y si no os parece suficiente, echadle un vistazo a este blog 🙂
Paso 1: Definir el público objetivo y los objetivos
Antes de cocinar hay que saber a quién le estamos sirviendo el plato ¿Nos estamos dirigiendo a jóvenes estudiantes? ¿A madres que buscan productos que les faciliten la vida? ¿A obsesionados del gym? No saber a quién hablamos es como intentar hacer una pizza sin saber si la quieren con o sin piña —todo el mundo tiene una opinión sobre este tema: nosotros somos #teamsinpiña—. Y por supuesto, es crucial fijar unos objetivos, pero ¡ojo! No debemos esperar resultados de la noche a la mañana, el branding es un proceso lento y que da frutos a largo plazo.
Paso 2: Establecer una propuesta de valor (misión, visión, valores)
¿Qué hace que una marca sea única? ¿Qué problema resuelve o necesidad del público satisface? ¿Qué la diferencia de la competencia? Si no podemos responder a estas preguntas, debemos revisar bien nuestra estrategia. No basta con un bonito logo y un eslogan divertido; nuestra propuesta de valor tiene que ser clara como el agua y que haga que el cliente piense: ¡Esto es lo que necesitaba!
Y, no hace falta decir que debe estar alineada con los valores. Piensa que 77% de los consumidores compran en marcas que comparten valores con ellos. Por ello, mostrar el propósito de tu negocio te permite humanizar a la marca y crear un camino para comunicarte con tu público de manera más cercana. Por ejemplo, Tesla no solo vende coches eléctricos… Vende el futuro de la movilidad sostenible. Esto le permite conectar emocionalmente con la audiencia.
Paso 3: Crear la identidad visual de la marca
Es la primera impresión que la gente tiene de la marca y su principal aspecto diferenciador. Es el elemento que permite que el público se acuerde de ella.
La identidad visual es la ropa de la marca, ¡y queremos vernos icónicos! Todos sus elementos deben ser coherentes entre sí, los colores, tipografía, logo, naming… ¿A qué no te pondrías unos tejanos para ir a una boda? Pues las marcas no se merecen menos. Una marca necesita mostrar una imagen perfecta allá donde vaya: redes sociales, página web…
Paso 4: Definir el tono y la voz de marca
Debemos decidir si ser amigables, divertidos, serios, inspiradores… Es igual de importante lo que decimos como la forma en la que lo decimos. ¿Queremos transmitir seriedad y profesionalidad como LinkedIn? ¿O preferimos dirigirnos a nuestro público de manera divertida y amistosa como Innocent Drinks? El tono y la voz es donde la personalidad realmente entra en juego y donde tenemos la oportunidad de darle vida a una marca. Además, esta debe alinearse con los valores de la empresa y reflejarse en el sitio web, redes sociales y medios tradicionales.
Paso 5: Escoger los canales de comunicación idóneos
Ahora que ya sabemos quién es nuestro target y lo que les queremos contar, queda decidir cómo hacerlo. Elige los canales adecuados para la marca y en los que se encuentre su audiencia para empezar a crear contenido, pero recuerda: no es necesario estar en todos lados.
Paso 6: Mide y analiza y optimiza la estrategia
Y finalmente, ¿la receta está funcionando? ¿El público responde como esperábamos o es como ese plato que lo pruebas y piensas “esto no sabe a nada”? Ahora nos quedaría medir el impacto de tu branding, aplicando métricas para analizar el reconocimiento de marca, el crecimiento de la comunidad (impresiones, alcance, engagement) y el impacto en las ventas. De esta manera, podremos ajustar y modificar la estrategia a las necesidades de nuestra audiencia.
Síntomas de que una marca necesita un rebranding
Aquí ya entramos en materia delicada… el rebranding. A veces, incluso las marcas más reconocidas necesitan un cambio, pero ¡no asustarse! No es el fin del mundo. Si identificamos los siguientes síntomas en una marca, significa que su branding está enfermando y necesita una renovación urgente:
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Logo anticuado: Si el logo parece salido de los 90 y no se está vendiendo nada relacionado con el estilo retro, seguramente va siendo hora de modernizarlo. Si no, recordemos del logotipo de Instagram y su cámara vintage. No preocuparse, las marcas evolucionan igual que los peinados y el estilo de ropa, solo era cuestión de tiempo que esto ocurriera, porque lo que ayer era “cool” hoy puede parecer una pieza de museo —como eso de salir a la calle con un pantalón pijamero, de eso nos arrepentiremos seguro—.
- Falta de conexión con la audiencia: Si nuestra marca ya no llama la atención a nuestros clientes actuales (y mucho menos atrae a los potenciales) quiere decir que algo no está funcionando. ¿Has escuchado alguna vez que la ropa de Desigual solo la utilizan las profesoras de inglés? Por muy graciosa que sea la broma, no le falta razón y es que su público parecía haberse establecido entre los 45-55 años. En 2019, renovaron la identidad visual escribiendo el logo con las letras del revés para transmitir un espíritu más disruptivo y apelar a los consumidores más jóvenes.
- Se ha evolucionado: Si la marca crece y cambia junto con su visión y valores, pero la imagen ha quedado estática y sigue atrapada en 2015, es el momento de considerar un rebranding. Imagínate que con el tiempo se ha ido adoptando un enfoque más sostenible, pero la identidad visual no refleja ni comunica esta evolución de la marca. Esto puede provocar que los consumidores se cuestionen la autenticidad del mensaje. Por eso, un rebranding es la mejor opción para asegurarnos de que nuestra imagen está actualizada y es coherente con nuestros principios.
- Las plataformas digitales están obsoletas: En la era digital en la que nos encontramos, la presencia online es una extensión de las marcas. Si una página web parece no haberse actualizado desde los inicios de Internet, o las redes sociales no siguen las tendencias actuales de diseño, posiblemente estamos perdiendo impacto frente nuestra audiencia. El rebranding no solo implica cambiar el logo, sino también renovar la manera de presentarnos en nuestras plataformas digitales, asegurándonos de que todos los puntos de contacto con el cliente sean atractivos y llamen la atención.
En resumen, construir una marca sólida es como una receta de cocina: requiere dedicarle mucho tiempo, paciencia, esfuerzo y coherencia. Desde definir la identidad visual hasta conectar emocionalmente con nuestro público, siempre alineando cada paso con nuestros valores y misión. ¡Y recuerda, el branding no es estático! Si alguna vez crees que tu marca necesita un cambio, no tengas miedo de hacer un rebranding.